La paradoja hídrica de la Ciudad de México: entre la sequía y la inundación

La Ciudad de México enfrenta una crisis hídrica marcada por desigualdad, fugas y sequías. Expertos proponen soluciones sostenibles y comunitarias.

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Desde tiempos prehispánicos, la capital del país ha mantenido una relación compleja con el agua. En el valle que alguna vez estuvo cubierto por lagos interconectados, los mexicas construyeron una red avanzada de canales y diques que sostenía a Tenochtitlán. Con la colonización española, los cuerpos de agua fueron desecados para controlar inundaciones y expandir el suelo habitable. Siglos después, la urbanización acelerada consolidó un modelo que hoy enfrenta una contradicción evidente: una ciudad que se inunda y, al mismo tiempo, padece sequía.

Actualmente, cerca de 250 mil habitantes de la Ciudad de México carecen de acceso a agua potable, según el Observatorio para la Ciudad de México (2024). En muchas zonas, las familias dependen del servicio de pipas, pagando hasta 20 veces más por litro o del consumo de agua embotellada —un hábito que coloca a México con el mayor promedio mundial: más de 280 litros por persona al año (Statista, 2025).

La desigualdad en la distribución y la infraestructura deteriorada agravan la crisis. Aunque el agua se potabiliza en las plantas de tratamiento, los conductos con más de cinco décadas sin mantenimiento permiten su contaminación durante el trayecto. Así, gran parte de la población recurre a garrafones, filtros domésticos o fuentes clandestinas, con el riesgo de enfermedades gastrointestinales y dermatológicas.

La capital obtiene dos terceras partes de su agua de los mantos acuíferos, una práctica que provoca hundimientos de hasta 40 centímetros anuales en algunas zonas. A esto se suma la pérdida del 37% del líquido por fugas en la red. Pese a que las lluvias de 2025 fueron las más intensas en 34 años y el Sistema Cutzamala alcanzó 97% de su capacidad (CONAGUA, 2025), la crisis de gestión y desinformación persiste.

Foto: ASU

En este contexto, el Convergence Lab “CDMX: La Paradoja Hídrica”, organizado por Arizona State University (ASU) en colaboración con Isla Urbana, reunió a especialistas para analizar las causas estructurales del problema y proponer rutas hacia una gestión más sostenible.

“El origen de la precariedad del agua en la ciudad está ligado a su urbanización irregular”, explicó Enrique Lomnitz, fundador de Isla Urbana. “Entre los años sesenta y noventa, muchas zonas se expandieron sin planeación, lo que complicó llevar infraestructura por razones políticas, ambientales y geográficas”.

Lomnitz destacó que la captación de agua de lluvia podría ofrecer una solución parcial: “Con esta tecnología es posible vivir de manera autónoma durante cinco meses al año y cubrir hasta el 40% del consumo doméstico.” Isla Urbana ha instalado más de 30 mil sistemas en el país, beneficiando a miles de familias antes dependientes del suministro irregular.

Por su parte, Rhett Larson, profesor de derecho del agua en ASU, señaló que Phoenix y la CDMX comparten vulnerabilidades climáticas, especialmente frente al fenómeno de El Niño, que alterna periodos de lluvia intensa con meses de escasez. Ambos expertos coincidieron en que el concepto del “Día Cero” —el momento hipotético en que se acabaría el agua— es una falacia alarmista, y propusieron en su lugar pensar en un “Día Uno”, enfocado en la acción y el rediseño de políticas hídricas.

El encuentro concluyó que el futuro del agua en la capital no depende solo de la infraestructura, sino también del conocimiento, la participación ciudadana y la cooperación binacional. “Entender el agua es entendernos como sociedad —nuestras prioridades, desigualdades y decisiones colectivas—”, afirmó Larson.

Para Lomnitz, el cambio cultural es clave: “Cuando las personas comienzan a captar agua, dejan de ver la lluvia como un problema y la entienden como una oportunidad. Esa es la semilla de una nueva cultura del agua.”

Con esta iniciativa, el Convergence Lab de ASU reafirma su papel como un espacio binacional que conecta la ciencia, la política pública y la acción comunitaria para enfrentar desafíos globales. Su objetivo: construir un futuro hídrico más justo, resiliente y sustentable para la Ciudad de México.


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