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Investigadores exploran nuevas causas y posibles formas de prevenir el Alzheimer, destacando el papel del virus intestinal, el ejercicio aeróbico y la colina en la salud cerebral.
En 2025, aproximadamente 7 millones de personas en Estados Unidos y 1.3 millones en México viven con Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa progresiva que deteriora la memoria, la identidad y la capacidad para reconocer a los seres queridos. Se trata de una enfermedad devastadora que afecta profundamente tanto a quienes la padecen como a sus familias.
Investigadores de la Universidad Estatal de Arizona (Arizona State University, ASU) han identificado factores potenciales para reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer, como el ejercicio físico regular y una dieta adecuada en nutrientes esenciales, especialmente colina. Asimismo, recientes hallazgos sugieren una posible relación entre el Alzheimer y un virus común, lo que podría abrir nuevas vías terapéuticas.
El Dr. Ben Readhead, profesor asociado del Centro de Investigación en Enfermedades Neurodegenerativas ASU-Banner, lidera un equipo que investiga la relación entre infecciones intestinales crónicas y el Alzheimer. Su investigación ha identificado un subtipo potencial de la enfermedad asociado con el citomegalovirus (CMV), un virus perteneciente a la familia del herpes.
Según los estudios, el CMV puede permanecer latente en el intestino y, a través del nervio vago —una vía directa de comunicación entre el intestino y el cerebro—, alcanzar el sistema nervioso central. Una vez en el cerebro, podría activar células inmunes denominadas microglía, lo que favorecería el desarrollo de características patológicas del Alzheimer.
Actualmente, la mayoría de las investigaciones se han basado en análisis post mortem. Sin embargo, el equipo de Readhead trabaja en el desarrollo de una prueba sanguínea que permita detectar infecciones intestinales crónicas en personas vivas. Esta herramienta ayudaría a identificar a quienes podrían estar en riesgo por este subtipo específico de la enfermedad.
El Dr. Readhead aclara que no todas las personas infectadas con CMV desarrollarán Alzheimer, ya que se estima que más del 50% de los adultos en EE. UU. contraen este virus antes de los 40 años, pero solo el 10% de los mayores de 65 presenta síntomas de la enfermedad. Lo relevante sería la persistencia del virus en el intestino en algunos casos particulares.
La profesora Fang Yu, especialista en ciencia de la demencia y profesora en el Edson College of Nursing and Health Innovation de ASU, ha centrado su investigación en los efectos del ejercicio aeróbico sobre el cerebro.
Estudios realizados en animales han demostrado que la actividad física aeróbica puede reducir la acumulación de placas de beta-amiloide y ovillos de tau —dos marcadores distintivos del Alzheimer—, así como disminuir la neuroinflamación y el estrés oxidativo. Además, el ejercicio puede aumentar el volumen del hipocampo, área cerebral clave para la memoria.
Yu destaca que cualquier tipo de ejercicio aeróbico puede ser beneficioso, siempre que se practique de manera regular. Para personas con movilidad limitada, las bicicletas estáticas reclinadas se presentan como una alternativa segura y eficaz.
La colina, un nutriente esencial presente en alimentos como huevos, brócoli, frijoles y carnes, desempeña un papel crucial en la salud del cerebro. Participa en la producción de acetilcolina, un neurotransmisor fundamental para la memoria, el control muscular y el estado de ánimo.
Según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, aproximadamente el 90% de los estadounidenses no consume suficiente colina. Las recomendaciones diarias son de 550 miligramos para hombres y 425 miligramos para mujeres.
El profesor asistente Ramón Velázquez, del Centro ASU-Banner y de la School of Life Sciences, ha liderado investigaciones que vinculan una dieta rica en colina con una menor acumulación de placas y ovillos cerebrales en modelos animales. También ha observado que la deficiencia de colina puede generar efectos negativos en múltiples órganos y funciones cognitivas.
En estudios con pacientes, Velázquez ha encontrado que niveles bajos de colina en sangre se asocian con formas más graves de Alzheimer, y con una mayor presencia de las proteínas beta-amiloide y tau en el cerebro.
Este hallazgo refuerza la necesidad de garantizar una ingesta adecuada de colina, especialmente en personas que siguen dietas basadas en plantas, las cuales tienden a ser bajas en este nutriente. Se sugiere consultar con profesionales de la salud sobre la posibilidad de complementar la dieta con suplementos de colina.
El Alzheimer continúa siendo una enfermedad compleja, pero los avances en investigación ofrecen nuevas esperanzas en el ámbito de la prevención. Desde el estudio del impacto de infecciones intestinales hasta el fortalecimiento de hábitos saludables, como el ejercicio regular y una nutrición adecuada, los investigadores abren nuevas puertas hacia una mejor comprensión y posible mitigación de esta afección neurodegenerativa.