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La inteligencia colectiva transforma la lucha contra el fraude digital, uniendo a instituciones para detectar patrones y proteger a usuarios y empresas.
En 2025, los fraudes financieros ya no dependen únicamente del robo de contraseñas o la clonación de tarjetas. El uso de inteligencia artificial (IA) ha dado paso a métodos más sofisticados, como la suplantación de identidad mediante la replicación de rostros, voces y gestos humanos. Este fenómeno ha impulsado un aumento significativo en los fraudes digitales en México, donde la suplantación creció un 84% y la circulación de identidades falsas un 49% en 2024, de acuerdo con el estudio A Year in Fraud realizado por Unico México.
En este contexto, México se ha posicionado como el país con mayor prevalencia de fraude en América Latina, registrando cinco veces más casos que Brasil. Esta situación ha puesto en evidencia la necesidad de nuevas estrategias que trasciendan la competencia entre instituciones financieras.
La magnitud y sofisticación del fraude digital exige un cambio de enfoque: de la competencia a la colaboración. El 78% de los defraudadores actúa en múltiples instituciones al mismo tiempo, lo que vuelve ineficiente cualquier esfuerzo aislado por parte de las entidades. Ante este panorama, algunas instituciones han comenzado a compartir señales tempranas de riesgo, identificando patrones delictivos y desarrollando mecanismos conjuntos de detección y prevención.
Uno de los casos documentados en la región muestra cómo los deepfakes —videos o audios manipulados por IA— se han utilizado para simular videollamadas con ejecutivos, realizar transferencias millonarias o incluso abrir cuentas bancarias sin la presencia de una persona real. Esta realidad revela que sistemas de validación comunes, como la biometría facial o el reconocimiento de voz, están siendo superados por la tecnología.
La evolución acelerada de la IA ha dejado rezagadas a muchas regulaciones en América Latina. Aunque algunos países han comenzado a legislar sobre el tema, el desarrollo de marcos normativos todavía es incipiente. En México, por ejemplo, se ha propuesto la Ley para la Regulación Ética de la Inteligencia Artificial, que contempla la creación del Consejo Mexicano de Ética en IA y Robótica (CMETIAR).
Esta legislación busca responder a los desafíos que plantea la proliferación de contenidos falsos generados por IA, una amenaza que ya está transformando el ecosistema digital y financiero. Sin una regulación clara y efectiva, tanto los usuarios como las instituciones quedan vulnerables ante nuevas formas de fraude.
Frente a la creciente sofisticación de los ataques, la inteligencia colectiva se presenta como una herramienta decisiva. La articulación de redes de colaboración entre instituciones permite anticipar amenazas, compartir señales de alerta y generar respuestas coordinadas. Esta capacidad para actuar de forma conjunta puede marcar la diferencia entre contener un intento de fraude o permitir que se propague de forma masiva.
En el mercado mexicano han surgido iniciativas como el Buró de Fraude Digital, que integra más de 90 señales de riesgo para detectar fraudes en tiempo real. Entre estas se incluyen el análisis de biometría facial, la validación de la CURP y el comportamiento de dispositivos, lo que permite prevenir fraudes en distintas etapas: desde la originación de cuentas hasta el lavado de dinero o el cambio de datos sensibles.
El desarrollo de herramientas tecnológicas no basta sin una cultura de colaboración. Las instituciones deben dejar de operar en silos y reconocer que los riesgos compartidos requieren soluciones compartidas. Al intercambiar información, mapear comportamientos delictivos y generar inteligencia conjunta, es posible mitigar los efectos del fraude digital de manera más efectiva.
Como lo demuestra el estudio de Unico México, el combate al fraude en la era de la inteligencia artificial no puede depender únicamente de soluciones individuales. Sólo una respuesta colectiva, basada en datos compartidos y mecanismos de prevención coordinados, permitirá enfrentar esta amenaza con eficacia y resiliencia.