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La exposición a la radiación ultravioleta (UV) es una de las principales amenazas para la salud de la piel, tanto en zonas urbanas como en ambientes recreativos como la playa o la montaña. México, por su ubicación geográfica, presenta altos niveles de radiación solar durante todo el año, lo que incrementa el riesgo de quemaduras, envejecimiento prematuro y cáncer de piel.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la exposición excesiva a los rayos UV es la causa principal del cáncer de piel, con millones de nuevos casos diagnosticados anualmente en el mundo. Afortunadamente, la mayoría de estas afecciones son prevenibles con medidas adecuadas de fotoprotección.
La elección de un bloqueador solar con un Factor de Protección Solar (FPS) 50+ es fundamental para reducir la penetración de los rayos UVB y UVA. Estos últimos están relacionados con el envejecimiento prematuro de la piel y el desarrollo de cáncer cutáneo. Un ejemplo de producto con estas características es Eclipsol, que ofrece una fórmula de uso diario con protección de amplio espectro.
Se recomienda aplicar el bloqueador de manera generosa y uniforme en todas las zonas expuestas al sol. Esta aplicación debe repetirse cada dos horas, o antes si hay contacto con el agua o sudoración excesiva. No deben olvidarse áreas como las orejas, el cuello, el dorso de las manos y los pies.
Elementos como la arena, el agua y la nieve pueden reflejar hasta el 80% de los rayos UV, intensificando su efecto. Esto hace que la exposición en playas o zonas nevadas sea aún más riesgosa, incluso si se permanece bajo una sombrilla.
Usar ropa de manga larga, pantalones y sombreros de ala ancha es una medida eficaz para complementar la protección solar. Hoy en día, existen prendas diseñadas con tejidos que ofrecen protección adicional contra la radiación ultravioleta.
Los ojos también son vulnerables a los daños solares. Se recomienda utilizar gafas con protección UVA y UVB para reducir el riesgo de padecimientos oculares a largo plazo, como cataratas o degeneración macular.
Aunque las personas de piel clara tienen mayor tendencia a sufrir quemaduras, todos los tipos de piel pueden dañarse por la radiación solar. La protección debe aplicarse de forma universal, sin importar el tono de piel ni el entorno.
Entre las 10:00 y las 16:00 horas, los rayos UV alcanzan su mayor intensidad. Durante este periodo se recomienda limitar la exposición directa y buscar la sombra siempre que sea posible, tanto en espacios abiertos como en la ciudad.
Beber suficiente agua es esencial para mantener la piel saludable y compensar la pérdida de líquidos ocasionada por el calor o la sudoración. La hidratación es un complemento importante de la fotoprotección, especialmente en días calurosos.
Es fundamental consultar a los servicios de salud ante la aparición de quemaduras, manchas, cambios de color o nódulos en la piel. Instituciones como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) cuentan con herramientas como la dermatoscopia para detectar lesiones cutáneas potencialmente malignas en etapas tempranas.
Protegerse del sol no es solo una medida estética, sino un acto de prevención en salud. Adoptar buenos hábitos de fotoprotección, como el uso adecuado de protector solar, ropa adecuada, y evitar la exposición prolongada en las horas de mayor radiación, es clave para reducir riesgos a corto y largo plazo. Disfrutar del aire libre es posible, siempre que se haga con responsabilidad y conciencia.